RELACIÓN ESTADO-MERCADO
El Estado encontrará su más claro defensor
en Thomas Hobbes, quien dio a la política una importancia fundamental para la
existencia de la sociedad.
En El
Leviatán (1651) refleja su pesimismo respecto de la naturaleza humana, así
como su optimismo constructivista como factor de superación. Hobbes tratará de
ordenar a una sociedad con conflictos civiles a través de una fuerte
organización que haga posible la convivencia entre los hombres.
Hobbes sustenta la necesidad de construir
un Estado artificial que posibilite la superación de la inseguridad, el miedo,
la oscuridad.
Es constructivista, o sea, concibe la
posibilidad de construir un ente (Leviatán) que asegure la superación de las
flaquezas humanas y con ello el estado de anarquía, violencia y desesperación.
El hombre es ambicioso y egoísta; si
interactuáramos sólo guiados por nuestros instintos regiría la ley del más
fuerte, haciéndose imposible para la especie. Frente a la anarquía y a la
violencia surge la necesidad de organizarse, la instauración de un acuerdo que
permite el surgimiento del Leviatán. Entonces nos encontramos frente a un
Estado Todopoderoso.
Este Estado era absoluto: Los súbditos no
podían modificar la forma de gobierno y el poder del soberano no podía ser
enajenado. Los súbditos no podían cuestionar los actos del soberano. Cada
súbdito era autor de las decisiones del soberano por esto no puede ser acusado
de injuria o injusticia.
En los siglos XVII y XVIII Europa instauró
el absolutismo que encarnaba la figura del Estado en el Rey. “El Estado soy yo”
Luis XIV. El monarca gobernaba por derecho divino. El poder soberano abarcaba
la privacidad de los ciudadanos. Un Rey, una Fe, una Ley.
Toda la actividad de los hombres se
encontraba dirigida y controlada por el Estado como institución organizadora de
la vida pública. Esto generó abusos de poder.
La lucha contra el absolutismo originó la
división entre Estado y sociedad, o sea, entre lo público y lo privado. Las
reacciones contra el modelo absolutista pregonaban límites al ejercicio del
poder. Surge así, el pensamiento liberal de Locke, basando sus esfuerzos en la
construcción de un límite al ejercicio del poder estatal.
Hobbes y Locke compartían la idea sobre el
origen de la sociedad política. Locke consideraba que la naturaleza humana era
capaz de armonizar la vida en sociedad en tanto que el uso del poder por parte
del órgano político podía derivar en abusos.
Locke proponía una autoridad contenida por
el consentimiento del pueblo, por el derecho natural, a fin de eliminar el
riesgo al despotismo.
Siempre que un cierto número de hombres se
une en sociedad renunciando cada uno de ellos al poder ejecutar la ley natural,
cediéndolo a la comunidad, entonces se constituye una sociedad política o
civil.
Según Locke el Estado puede ejercer la
coacción en aquellas cuestiones que afectan a la vida pública y debe dejar
libertad de acción a los ciudadanos en la esfera privada. Las relaciones
económicas ya marcan la brecha entre el Estado y el Mercado.
. Locke plantea el liberalismo político en
el que lo privado funciona como defensa y protección del ciudadano ante el
poder absoluto del Estado. La distribución de poder debía darse en diversos
órganos y el límite al poder se imponía a través del Estado de Derecho.
Los economistas clásicos se aferran a la
idea de lo privado como ámbito de lo económico. Adam Smith apela a la
interpretación economicista del ser humano. Cada individuo busca el medio más
oportuno de emplear con mayor ventaja el capital del que puede disponer. Se propone su propio
interés, pero este esfuerzo sumado al esfuerzo de todos contribuye al bienestar
general.
El método inductivo se basaba en el
hipotético comportamiento racional económico.
Del hombre naturalmente libre se pasó al
hombre naturalmente económico.
El individuo perdió la libertad que había
obtenido de la mano de Locke para ser esposado a la mano invisible de Adam
Smith.
Surge el Capitalismo que depende de un
ordenamiento con poder coactivo que le garantice la posibilidad de efectuar
transacciones económicas.
Según Karl Marx el Estado es la forma de
organización tanto hacia adentro como hacia afuera que los burgueses se dan
necesariamente para garantizar mutuamente sus propiedades y sus intereses.
La economía de Mercado es un sistema de
división del trabajo basado en la propiedad privada de los medios de
producción.
El imperio estatal se ejerce sobre la gente
para prevenir actuaciones que perjudiquen o perturben el funcionamiento del
Mercado.
La crisis del paradigma de la economía
clásica ocurre en 1929- 1930. Caen las inversiones bursátiles y aumenta el
desempleo.
Los economistas proponen que el Estado
corrija las fallas del Mercado. Keynes pretendía corregir las fallas en la
mecánica del Mercado con la intención de mejorar el funcionamiento del
capitalismo.
Con respecto al desempleo, la teoría
clásica sostenía que la desocupación es la consecuencia de salarios excesivos
en relación con el rendimiento del trabajo. Keynes, en cambio sostenía que la
insuficiencia de demanda colectiva (debido al ahorro) era el origen de la
desocupación.
Según Keynes había que pasar a una era de socialismo liberal, o sea, un sistema en el que podamos actuar como una
comunidad organizada para objetivos comunes, aunque respetando y protegiendo al
individuo, su libertad de elección, su fe, su mente y su expresión, su empresa
y su propiedad
Aquí debemos distinguir a los economistas
del Estado de Bienestar de los marxistas. Estos últimos propugnaban una
participación del Estado en la economía a los efectos de utilizar el poder
político en la desarticulación de las relaciones capitalistas de dominación.
Los seguidores de Keynes pretendían corregir fallas en la mecánica del mercado
con la intención de mejorar el funcionamiento del capitalismo, el papel del
Estado desde esta perspectiva no es desarticular la economía sino optimizar su
funcionamiento.
Para los economistas del Estado de
Bienestar se debía desarrollar el círculo virtuoso, partiendo de la creación de
puestos de trabajo, los trabajadores se transformarían en consumidores que
demandarían bienes, lo que aumentaría la producción. El Empleador debía ser el
Estado como motor del desarrollo económico y garantizando el bienestar. Los
recursos para lograrlo debían obtenerse de los fondos genuinos de recaudación
tributaria y/o de la emisión monetaria. Esta última era la propuesta de Keynes
ante la falta de recursos genuinos. Los economistas clásicos le advirtieron que
generaría el aumento de la inflación, pero Keynes sostenía que la inflación
estaría controlada por el Mercado.
El Estado de Bienestar surge a partir del
New Deal de Roosevelt, pero tiene mayor relevancia en la segunda posguerra
mundial. El avance de la URSS
trajo como consecuencia la difusión de los postulados ideológicos marxistas,
instigando a las clases obreras a una revolución en contra de las democracias
occidentales, esto obligó a los países capitalistas a aplicar políticas de
supervivencia. El Plan Marshall contribuye a la reconstrucción de las economías
y al desarrollo de la economía norteamericana especialmente. Entonces no
podemos dejar de analizar el Estado de Bienestar en el contexto de la guerra
fría. Detrás de las políticas de Bienestar se presenta el intento de los Estados
democráticos de contener los posibles desórdenes sociales que pudieran servir
como receptáculo de las propuestas reformistas del poder soviético.
El período de auge del paradigma de
Bienestar se extiende por más de dos décadas hasta que el Mercado empieza a dar
señales negativas a través de la inflación acompañada por estancamiento.
Estos elementos confluyeron con grandes
déficit fiscales por la expansión del Estado de Bienestar. Reapareció el
desempleo y el aumento de precios. En los países del tercer mundo o en vías de
desarrollo, se sumó el endeudamiento externo.
Así surge la corriente de Chicago que
pregonaba que la única forma de controlar la inflación era a través de la
restricción de la oferta monetaria hasta el punto en que la misma pudiera ser
respaldada con recursos genuinos.
Uno de los exponentes de la escuela de
Chicago fue Friedrich Hayek, quien recibió el premio nobel de economía en 1973.
Su pensamiento liberal en defensa del Mercado se basa en una lucha contra toda
construcción de órdenes arbitrarios que atenten contra las libertades humanas. La justicia social, según Hayek es
una actitud totalitaria que va contra los principios mismos de la democracia.
En este marco no podemos olvidar que
América Latina sufrió el terrorismo de Estado de la mano de las dictaduras
militares impulsadas por los Estados Unidos, desde la Escuela de las Américas,
con el objetivo de facilitar la implementación de estas medidas, beneficiando a
los empresarios amigos del régimen.
Estas ideas dieron lugar a una nueva etapa,
el Neoliberalismo. El Estado retrocedía del ámbito económico. Los controles de
la emisión monetaria y la búsqueda de equilibrios fiscales se convertían en las
normas fundamentales de los gobiernos que querían salir de la hiperinflación.
Al abandonar el Estado los ámbitos de
planificación económica, se producía el aumento del desempleo y la
privatización de las empresas públicas con el consiguiente recorte de personal.
Era
imprescindible la obtención de un marco de legitimidad institucional para
afrontar el ajuste, era necesario contar con el respaldo de los sectores
sindicales, que se habían fortalecido en la época de Bienestar, en caso
contrario debían ser desarticulados a través de maniobras políticas que no
minaran la legitimidad del régimen. Por esto los líderes elegidos que llegaron
a la presidencia de la Nación debían representar a partidos populares, como en
el caso de la Argentina que el candidato a presidente Carlos Menem ganó con un
discurso peronista y luego sus políticas neoliberales lograron defraudar a sus
votantes, poner en crisis al partido y desarticular los sindicatos.
Estas políticas neoliberales se empiezan a
pensar en la década de los 70, son aplicadas en la década de los 80 en Europa y
los EEUU, y
se extendieron a América Latina a partir de
los 90
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